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26/8/09

Otro día como los demas

Eche a llorar, me hacía daño recordar. Arres coste mi espalda a la puerta del armario, puse mi rostro sobre mis rodillas. Lloraba como una magdalena. Juan Andrés se fue y se llevo junto a el mi corazón. Mi madre no me podía ver haci, se va a preocupar y va a llamar a Cecilia. No me gustaba que se preocuparan por mí.

Así, que decidí darme una ducha; Me metí en la ducha para que el agua fría saque los recuerdos de mi cabeza, pero no. No puedo olvidar aquel día. No puedo evitar llorar, se que a el no le gustaría verme haci, pero ¿Cómo hago para olvidar? Ese recuerdo que perturba mi mente cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo.
Las lágrimas caían una por una. Salí del baño, abrí el armario y saque; Un top fucsia, una franelilla blanca que iba arriba del top, un pantalón bordado, unos tacones de 9cm fucsias, unas arracadas blancas, varias pulseras finas blancas y unos lentes fucsias. M eche perfume con olor a jazmín y a durazno.
Baje con la caja en manos, mi madre me esperaba parada con los brazos cruzados y haciendo con el pie de arriba a bajo. Estaba impaciente, yo me acerque a ella y ella solo camino hacia la puerta, yo la segui para que no se enojara.
Caminamos por el caminito de piedras que habia al salir de la casa, mi madre abrio la cerca alta y luego, monto las cajas en los asientos traseros y arranco.
Pasamos por el parque donde jugabamos, reiamos, hablabamos, Cecilia, Juan Andres y yo. A las dos nos afecto la muerte de el, pero mas a mi ya que yo estaba enamorada de el y, sigo estando enamorada de el.
Pasamos por varias casas todas de distintos colores, hasta que llegamos a una. La cerca era de hierro de distintos colores, como un arcoiris. Habian niños jugando con pelotas, cuerdas de saltar, platillos voladores… etcetera. Mi madre estaba hablando con una señora pequeña y esbelta; de cabello rizado rubio; Ojos pequeños, azules verdosos; Su cara era fina, no tenia ninguna arruga; De tez blanca.
Mi madre me llamo para que entrara, entre y habian juguetes por doquier. Una chica los recogia. Era alta, tenia un esbelto cuerpo. Su cabello era liso castaño, lo llevaba recogido con una cola de caballo. No les llegue a ver sus ojos ya que estaba agachada recigiendo los juguetes. Era morena.
Las horas se me pasaron volando, ya eran las 2 y me estaba muriendo de hambre. Me gusto ese orfanato, es muy lindo convivir con esos niños. Pero a pesar de que haya niños muy lindos me encariñe con solo una niña, llamada Helem, era una pequeña de 9 años. Tenia el cabello rizado, los rizos dorados caian como cascadas. Sus ojos eran verdes agua.
Mi madre condujo hacia mi casa, cuando llegamos fui a la cocina a buscar unas galletas que hise aller. “Me tendre que alimentar con dulces”, pense. Me comi las cinco galletas que quedaban, estaban muy ricas.
Subi a mi habitacion, me quite los zapatos y me tire en la cama, estaba cansada. Solo queria dormir y comer. Mis parpados se cerraban solos. Sentia que me pesaban. Estaba cansada. Cuando me dormi mi telefono sono. Odiaba que me despertaran.
Gruñi y conteste sin fijarme quien era-¿Diga?
-Hola, amor. ¿Cómo estas?-Esa voz era muy familiar. Era el fastidioso de Octavio.
-¿Qué quieres, Octavio?-Pregunte de mala gana.
-Solo queria invitarte a salir.
-¿Solo para eso llamas?
-¿Aceptas? ¿Si o si? ¿Cuál eliges?
-Yo elijo, dejame en paz. No quiero que me llames mas. ¿No entiendes que no quiero salir contigo? ¿En que idioma te lo tengo que decir? Por lo que veo no hablas en español y ni lo entiendes. Asi que chao-Colgue, sin dejar que diga una palabra alguna.
Cerre mis ojos de nuevo pero como siempre me tienen que interrumpir cuando estoy tratando tratando de dormir.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

T.T es feo recordar esas cosas
que pasara??
Besos!